ESA MAÑANA

Cuando se despertó esa madrugada ya menos fría que todas las anteriores , Ennis buscó rápidamente debajo de la cama sus botas, tenía que salir a la carretera a buscar un aventón, no tenía suficiente dinero para el autobús y su hermano no le iba a dar un solo centavo, no después de la forma grosera en que le había anunciado la noche anterior que su esposa estaba embarazada y que la cama en la que Ennis dormía era la futura cama de su sobrino.

Encendió la pequeña lámpara que estaba sobre la mesita al lado de la cama. El piso de madera traqueaba con cada paso que daba mientras se ponía sus pantalones de mezclilla y se ajustaba las botas. Por un momento dejó de moverse y miró por la ventana. Aún estaba oscuro y solo las luces lejanas de otros ranchos eran visibles. Estaba aún medio adormilado pero lentamente se ajustó la camisa y luego se puso la chamarra. Se detuvo de nuevo, una leve molestia en el estómago lo distrajo. Luego tomó su sombrero que colgaba de un enorme clavo encima de la cabecera de la cama, lo apretó suavemente sobre su pecho mientras abría la puertecita de su closet y sacaba una camisa a cuadros que colgaba de un gancho de madera.

La dejó caer sobre su cama. Abrió el cajón de la mesita y sacó una bolsa de papel que estaba cuidadosamente doblada, tomó luego el cuello de la camisa y lo sostuvo con el pliegue de su garganta mientras la doblaba. El hambre lo hizo apresurarse y metió rápidamente la camisa en la bolsa.

La luz de la lámpara alcanzaba a iluminar un poco la habitación del frente y en la penumbra alcanzó a distinguir las siluetas de su hermano y su mujer en la cama. Se acercó a la puerta y golpeó varias veces el dintel de madera, su hermano se despertó

- Ya te vas?
- Si, ... gracias
- Cierra bien la puerta

Ennis lo miró durante un momento

- Adios.... hermano.

Se dirigió a la puerta de la casa y salió cargando su única posesión en la vida, una camisa en una bolsa de papel.