martes, mayo 02, 2006

COMO LOS CABALLOS

El sol aún no terminaba de salir sobre esa planicie tan recta que parecía confundirse con el cielo en el horizonte. Ennis y su hermano estaban acurrucados en la parte de atrás de la camioneta mientras que el Sr. Del Mar conversaba animadamente con otro ranchero en la parte delantera.

Como de costumbre el Sr. Del Mar iba a gran velocidad y el efecto sobre los dos muchachos era también el de siempre, se sentían casi congelados por el viento frío de la madrugada.

El hermano de Ennis trató de levantarse para agarrar un pedazo de plástico con el cual se podrían cubrir pero la velocidad de la camioneta lo lanzó al piso. Ennis se arrastró hasta donde había caído su hermano quien tenía una mueca de dolor en el rostro. Cogió el pedazo de plástico y lo extendió hasta que ambos lograron cubrirse con él. Por un instante el viento dejó de golpearlos y de repente Ennis se sintió protegido en aquella oscuridad bajo aquel débil manto de plástico. Fue un instante en el que el chirrido del motor, el incesante viento y la luz del sol que despuntaba estaban allá afuera mientras que él estaba adentro, aislado, seguro.

Los veinte minutos que faltaban para llegar al rancho donde trabajaba ahora el Sr. Del Mar pasaron como el viento, en un instante.

Hacía ya casi nueve meses, desde el comienzo de la primavera, que Ennis y su hermano iban una o dos veces por semana a ese rancho para aprender el oficio de ayudante. El capataz no veía con buenos ojos a ese par de niños merodeando entre los trabajadores, estorbando mas que ayudando, pero el Sr. Del Mar le había pedido paciencia con sus hijos, al fin y al cabo en unos pocos años ya estarían en edad de trabajar y entonces ya tendrían el conocimiento y las habilidades necesarias para desempeñar el oficio.

Ennis ocupaba esos días en el rancho llevándole agua a los trabajadores, recogiendo herramientas, abriendo y cerrando puertas en los potreros. Si el clima estaba lluvioso simplemente se sentaba largos ratos a raspar un pedazo de madera con la navaja de su hermano o se paraba detrás de las cercas a mirar pasar el ganado.

Al final del día ambos hermanos estaban tan extenuados que fácilmente se quedaban dormidos en la parte trasera de la camioneta mientras que el viento les resecaba la boca y les partía los labios, la piel se les tostaba aun más y cuando llegaban a casa tenían los ojos enrojecidos.

Esa noche en particular llegaron un poco mas tarde de lo habitual; Ennis se bajó de la camioneta y se recostó al lado de la puerta del rancho
-
No la cierres. Le dijo a su hermano que estaba entrando en ese momento.

Se quedó mirando hacia la espesa oscuridad que tenía en frente.

Algo como un murmullo melódico sonaba dentro de su cabeza y sintió que sus ojos se abrían. Reconoció la voz de su madre que tatareaba una canción.

- Ma ?....
- Te quedaste dormido

- Que?
- Te quedaste dormido de pie, como los caballos

Su madre lo abrazó mientras seguía tatareando la canción. En ese instante se sintió amado.

5 Comments:

Blogger Ana desde el Sur del Mundo said...

Te has embarcado en un viaje hacia atrás, hacia el pasado de Ennis y nos envías mensajes de su tristeza esencial, nos muestras cómo se desvaneció el ejemplo paterno... sólo hay una luz, una pequeña luz que lo abrigó hasta llegar a los brazos de Jack, ese abrazo materno que le transmitió una señal de tolerancia, un signo de bondad, una marca de dulzura. Por ese gesto pudo amar, por ese acto de ternura materna su corazón no se marchitó. Fue su fuerza hasta que llegaron esos ojos azules iluminándolo todo y nuestro amado Ennis recobró la vida. Así, sólo así puedo continuar aún luego de perder al Amor de su Vida.
Un beso Brokeadicto y gracias por este viaje que compartís con nosotros...

12:02 p.m.  
Blogger Ana said...

Bello, bellísimo...
Me faltaba esa escena y tú la has descrito maravillosamente.

Este blog se escribe con tinta roja extraida directamente del corazón...

Un beso y una nana susurrada al oido, bajito, suavecito, acompañada de una suave danza...

12:32 p.m.  
Blogger Alas said...

Hola Brokeadicto, gracias por invitarme a tus sentimientos de manera tan cálida. Hoy el día ha sido mágico y le he pertenecido completamente a Ennis. No me sorprende que con la misma magia haya llegado de tu mano hasta la Isla Del Mar a zambullirme en uno de los relatos más dulces que haya leído acerca de él. Cada palabra está hilada a la siguiente con la armonía y el cuidado de quien sabe cuánto vale el corazón que tiene entre sus manos, con la caricia tenue del amor.
Sigo recorriendo este lugar tan acogedor, tal vez esta noche instale mi tienda aquí. Un abrazo inmenso

8:09 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

Y supo multiplicar ese poquito de cariño, y de qué manera.

9:32 a.m.  
Blogger Dalia said...

que belleza

11:36 a.m.  

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