lunes, junio 19, 2006



EL CAMINO

Childress, Texas

Jack no había dormido bien durante la noche, tal vez un par de horas al principio y luego se había despertado varias veces. A eso de las tres de la mañana se enderezó y fue a sentarse en un sillón al lado de la cuna de su hijo y con el reflejo de la luz de la calle lo observó durante un buen rato. Estaba feliz, un pensamiento extraño cruzó su cabeza….”los dos hombres mas importantes de mi vida….”

Seguía mirando a su hijo y en la penumbra su mente parecía ir y venir entre el sueño y estar despierto, entre Brokeback Mountain y su casa en Childress, Texas. Las imágenes se confundían, había bosques, había ovejas, había tractores, veía a Ennis sonriendo mientras estaba sentado al lado del rio, veía a su hijo gateando en la cocina, él estaba en la oficina hablando con unos clientes, Ennis lo estaba besando,…Ennis. Se despertó y el dolor de espalda lo hizo levantarse del sillón, miró el reloj en la pared y alcanzó a distinguir la posición de las manillas, había pasado una hora.

Jack regresó a la cama y trató de no molestar a Lureen quién se acomodó hacia el otro lado apenas él se recostó de nuevo. Puso su brazo sobre su frente y cerró los ojos. A su mente regresaron las imágenes de Brokeback Mountain, las ovejas, los caballos, ese cielo azul que en minutos se llenaba de nubes grises y vientos huracanados. No podía dormir, era inútil, la ansiedad era demasiada.

Cuando el reloj de pared marcó las cuatro y media de la mañana y ya no resistía mas, se enderezó y puso los pies en el suelo, estuvo un momento allí sentado, volteó la cabeza y miró a Lureen quien estaba profundamente dormida, mas allá estaba su hijo en la cuna. Se levantó y caminó hacia el baño, cerró la puerta y se desvistió rápidamente. Abrió el grifo de la ducha y esperó hasta que el agua caliente comenzó a salir, estaba tan caliente que casi le quemaba la cara pero el quería sentir ese calor por todo su cuerpo. “Ennis….”

Salió de la ducha y se secó mientras miraba su reflejo difuso en el espejo, lo limpió con la toalla y se quedo absorto mirando su rostro en el espejo… “Ojalá estés allí…hijo de perra, ojalá estés allí.”

Rápidamente salió del baño a buscar su ropa que estaba sobre una silla al lado de la ventana, se vistió tratando de no hacer mucho ruido mientras miraba por la ventana, el cielo aun estaba oscuro y las estrellas eran claramente visibles en el cielo.

Cuando estuvo listo se acercó a la cama y se sentó al lado de Lureen. La miro por un instante y luego puso su mano sobre el hombro de Lureen, ella se despertó y lo miro, sonrió y le dijo “ya te vas?”

-Si querida, ya estoy listo, entonces…creo que estaré de vuelta en cinco días, que te parece?

- Ok, cuídate mucho, llámame cuando estés allá

- Ok, cuida bien a Bobby

- Claro, además mamá viene mañana así que no habrá problema y yo podré estar en el almacén casi todo el día

- Bien, entonces me voy

La besó en la frente y tomó un bolso grande que estaba en el piso al lado de la puerta. Salió hacia el garaje y abrió la puerta de la camioneta, tiró el bolso y su sombrero sobre la silla y se sentó, cerró la puerta y simplemente puso sus manos sobre el volante y dejó caer su cabeza sobre sus manos, cerró los ojos y sonrió, “por fin…” pensó, se enderezó y abrió el bolso y de un bolsillo interior sacó la postal que había recibido la semana anterior, miró por un instante la imagen de ese paisaje montañoso y luego leyó esas palabras escritas en la parte de atrás que lo habían hecho sonreir toda la semana “claro que si”.

Highway 287

Ese río negro aun estaba húmedo por el rocío de la mañana, pronto el sol abrasador de Texas lo convertiría en una línea de asfalto hirviente. Jack encendió su camioneta, la sacó del garaje y aceleró. La sonrisa en su rostro era un sello que lo acompañaría en toda su jornada.

Tomo la avenida principal de Childress para enrutarse hacia el noroeste en dirección al highway 287 que lo llevaría hacia Amarillo, Texas. Aunque era la vía más importante que comunicaba a Childress con los demás pueblos de la región, a esa hora tan temprana de la mañana solo pasaba uno que otro camión y alcanzo a ver un par de autos solamente.

Jack tomó el termo con café que había guardado desde la noche anterior en su bolso y lo abrió mientras manejaba el timón con los codos, tomo un par de tragos de café y volvió a cerrar el termo. Encendió un cigarrillo y aspiró lentamente para sentir algo de calor en el pecho mientras bajaba un poco la ventanilla para que saliera el humo. El cielo estaba ya con un color púrpura oscuro hacia el este y no había ni una sola nube en el cielo.

La temperatura aun era lo suficientemente fría para tener la ventanilla del auto subida, sin embargo Jack necesitaba ese viento frío en la cara para estar bien despierto durante su larga jornada.

El cielo por fin comenzó a aclarar y el azul pálido reemplazo rápidamente el púrpura que iba retrocediendo hacia el oeste. Unos momentos mas tarde el sol comenzó a brillar desde el oeste e iluminó el rostro de Jack desde el lado derecho de la camioneta. Aunque era el final de la primavera ya los días eran tan calientes que algunos parches color café claro comenzaban a aparecer en los pastos a la vera del camino. Eran días impredecibles de final de temporada. Algunas veces el sol resecaba el terreno durante todo el día, otras veces de pronto comenzaban a aparecer nubes grises que se convertían en poderosos aguaceros

Y las nubes en el horizonte hacia el norte parecían confirmar esta posibilidad. Una hora después de abandonar Childress el cielo estaba lleno de nubes enormes y oscuras. El viento se hizo mas fuerte y de repente los goterones comenzaron a caer del cielo, rápidamente se convirtieron en un bombardeo de lluvia que disminuía la visibilidad a unos pocos metros. Los truenos y relámpagos caían a ambos lados de la vía y las ráfagas de viento hacían que la lluvia azotara la camioneta llegando a moverla hacia los lados. Era una pequeña tormenta que había surgido como de la nada. Todos los camiones y los autos que transitaban por ahí tenían encendidas sus luces mientras que era necesario reducir la velocidad. Jack se limito a encender sus luces pero no redujo la velocidad, siguió conduciendo a la misma velocidad sin disminuir su ritmo. No quería perder tiempo por culpa de la lluvia.

Tal como sucedía en esta época, luego de unos veinte minutos la lluvia cesó rápidamente y el cielo se tornó azul de manera repentina aunque aun quedaban algunas nubes pero estas eran blancas y de gran altura.

Unos cuarenta minutos más tarde estaba entrando a Amarillo. Jack se detuvo en una estación de gasolina, tanqueó la camioneta y compró algunas donas y un par de cafés que vació en su termo. Como no tenia claro la ruta más rápida para tomar el Highway 87 que lo llevaría a Denver, tuvo que conducir hasta el centro de la ciudad y de allí tomar rumbo norte donde finalmente logro conectarse al highway 87. Le esperaban unas siete horas de camino hasta Denver. Tal vez alcanzaría a comer algo sólido en Denver, tal vez una hamburguesa o un taco en el camino.

Highway 87

El paisaje al norte de Amarillo no era tan diferente del que había recorrido desde su salida de Childress. El azul del cielo contrastaba con el color amarilloso de los pastos a ambos lados de la vía. En algunas partes era aun verde pero la tendencia era a la resequedad. Una hora y media más tarde estaba pasando por Dalhart, un pequeño pueblo cerca de la frontera con Nuevo México. El sol mañanero estaba calentando la camioneta lo suficiente como para que Jack se quitara su chamarra y bajara ambas ventanillas. El viento soplaba y el azul absoluto del cielo hacia que el horizonte pareciera mas lejano que nunca. En algunos trayectos no había ni un solo árbol, solamente esa planicie que se extendía al frente y a ambos lados y al final se confundía con el cielo.

Una media hora mas tarde Jack estaba cruzando la frontera estatal y entraba a Nuevo México. Como si fuera una orden impartida por las autoridades, el paisaje comenzó a cambiar. Aunque la resequedad del terreno seguía siendo la principal característica, había un aumento en la rocosidad del terreno y comenzaba a aparecer un tono rojizo en las rocas, la arena y en algunas colinas desprovistas de vegetación. A lo lejos se comenzaban a divisar varios picos de las montañas Sangre de Cristo.

Cuando llego a Trinidad en Colorado Jack no pudo suprimir una sensación de alegría, la majestuosidad de las montañas lo hizo añorar de manera extraña a Brokeback Mountain. Sentía que se acercaba de nuevo a su felicidad. No era la misma montaña, ni siquiera era tan verde, éstas eran secas, con poca vegetación y más rocosas. Pero eran montañas, y después de cuatro años de vivir en un lugar plano, tanto en lo emocional como en lo material, esas montañas eran el recuerdo de los momentos más felices de su vida. Sin quererlo murmuró “Ennis…allá voy”.

A medida que avanzaba por la vía la inclinación del terreno iba aumentando, pronto estaba conduciendo por entre las montañas y la altura del terreno aumentaba, el camino ya tenía mas curvas en una milla que las que había tenido desde Childress hasta Dalhart. Así como aumentaba la altura del terreno, poco a poco se suavizaba el clima, la brisa era más fresca y de repente Jack sintió que el hambre comenzaba a acosarlo. Se había comido todas las donas que compro en Amarillo y le quedaba solo un poco de café en el termo. No quería desperdiciar tiempo comiendo en un restaurante de camioneros en el camino así que decidió que no comería nada hasta llegar a Denver.

Intersate 25

Pasando por el centro del pequeño pueblo Jack siguió hacia el norte y tomo la interestatal 25. De Trinidad hasta Pueblo serian aproximadamente una hora y treinta minutos. Jack se estiró en su asiento y movió su cabeza hacia ambos lados, estaba sintiendo la tensión en el cuello y un pequeño dolor estaba comenzando en su pantorrilla derecha. Llevaba casi siete horas conduciendo y no había descansado sino cuando entro a la estación de gasolina en Amarillo.

Al llegar a Pueblo buscó una estación de servicio. Antes de tanquear la camioneta buscó el baño. Cuando salió entró a la tienda de la estación y compró mas donas y un café. Mientras tanqueaba su camioneta se devoró las donas yel café. La camioneta estaba ya algo sucia de polvo y Jack aprovechó esta breve parada para limpiar el parabrisas.

A la salida de Pueblo tomó nuevamente la interestatal 25 hacia el norte. Como era común en esa época, la mayoría del tráfico pesado utilizaba la interestatal mientras que los autos mas pequeños acostumbraban utilizar vías alternas donde no se encontraran con los camiones de carga que por lo habitual eran bastante agresivos con los conductores de autos. Jack no podía perder tiempo conduciendo por vías en las que la velocidad era mucho menor, pero para él conducir rápido y esquivar camiones no era un problema. De hecho conducir se había convertido en una de las pocas actividades que combinaban algo de riesgo con el placer de hacer por hacer, sobre todo luego de haber abandonado el rodeo para siempre.

Unos cuarenta minutos mas tarde estaba pasando cerca de Colorado Springs, pero la interestatal 25 no pasaba por el centro de ese pueblo sino por el lado oeste, lo cual ahorraba mucho tiempo de camino. Una hora mas tarde la ciudad de Denver era visible desde la autopista. Jack pensó en la forma de ahorrar mas tiempo pero ya era demasiado tarde, la congestión de autos era enorme, era la hora en que todos estaban regresando a sus trabajos luego del almuerzo y a pesar de que la interestatal era de varios carriles no era suficiente, Jack le subió de volumen al radio mientras que el tráfico llegó a detenerse por un momento, comenzó a sentirse desesperado, si no lograba cruzar la ciudad rápido tal vez no alcanzaría a llegar a Riverton con suficiente tiempo para buscar la casa de Ennis. Encendió un cigarrillo pero lo tiró a la vía antes de fumarse la mitad.

El dolor en la pantorrilla derecha se estaba convirtiendo en una verdadera molestia, aun faltaban casi siete horas para llegar a Riverton y los dolores comenzaban a multiplicarse en el cuerpo de Jack, la cintura estaba algo adolorida y el cuello lo sentía rígido. Pero había una extraña energía dentro de su pecho, una sensación que a veces era fría y a veces tibia y recorría todo su cuerpo, una ansiedad que lo mantenía alerta. Un deseo que lo hacia respirar casi entrecortadamente.

Tenia que llegar ese mismo día a Riverton, tenia que ver a Ennis como fuera, una duda que lo había asaltado la semana anterior luego de recibir la postal de Ennis lo comenzó a invadir de nuevo “será que solo quiere charlar conmigo un rato? Tal vez me dirá que solo soy un buen amigo pero no mas… que habrá pasado en estos cuatro años? Donde estará viviendo?”.

El trafico comenzó a ser mas fluido y Jack trataba de esquivar autos mientras avanzaba atravesando Denver de sur a norte. Finalmente estaba saliendo de la ciudad cuando su estómago le recordó que tenia que calmar su hambre o no le permitiría otras siete horas de camino sin hacerlo sentir débil y cansado.

Se detuvo en un restaurante de camioneros, entró al local y sin sentarse le preguntó a la mesera si era posible que le prepara un sándwich para llevar y un café, ella le dijo que si, que solo tardaría unos minutos. Jack aprovechó para ir al baño y cuando salió la mesera estaba terminando de envolver el sándwich y de ponerle una tapa de plástico al vaso con el café. Jack pagó la cuenta y salió apresurado hacia el parqueadero. Abrió la puerta y se sentó en su camioneta, encendió el motor y arrancó, comenzó a desenvolver el sándwich con una mano mientras que con la otra conducía, se lo llevó a la boca y lo sostuvo con los dientes mientras trataba de abrir el vaso con el café pero este se le escapó de las manos y cayó al piso de la camioneta regando el café, “maldita sea…”, mordió el sándwich con rabia y pateó el vaso hacia atrás debajo de su asiento.

Del radio salía una canción country mas bien melancólica y Jack lo apagó, a medida que seguía acercándose a Riverton la ansiedad comenzaba a competir con la alegría que había sentido desde el principio de la jornada. El tiempo pasaba muy rápido, el sol comenzaba a girar hacia el oeste y Jack se fijaba cada vez menos en el paisaje.

Wyoming

La hora y media entre Denver y Cheyenne comenzó a parecer una eternidad. Poco antes de entrar a Wyoming Jack sintió que regresaba a su hogar, en este estado estaban no solo sus padres en Lightning Flat sino también Ennis, ese hombre al que regresaba luego de cuatro años de ausencia, ese hombre que había estado en su corazón, en su cuerpo, en sus pensamientos desde el primer día que lo vio afuera del trailer de Aguirre. Ese hombre que ahora estaba probablemente casado y que no le había dado señales de vida en cuatro años, ese hombre que él había buscado por todas partes durante un año mientras permaneció en Wyoming y luego desde hacia seis meses desde Texas. Ese hombre estaba a menos de cinco horas de camino.

Jack continuó el camino, atravesó Cheyenne lo más rápido que pudo y siguió por la interestatal 25. Las montañas al oeste eran sus compañeras permanentes mientras el río negro lo llevaba hacia el noroeste atravesando Wyoming desde la esquina sureste hacia Riverton. Atravesó Wheatland y Douglas sin mirar una sola construcción por más de 5 segundos. El sol estaba ya en su último cuadrante antes de hundirse detrás de las montañas y Jack sentía el apremio del tiempo y del deseo. “Verlo otra vez, después de tanto tiempo…”

Cuando llegó a Casper estaba tan absorto en sus recuerdos, pensando en lo que le diría a Ennis al verlo, imaginándose como iba a ser ese encuentro que continuó por la interestatal 25 y cuando llevaba mas de cuatro millas en dirección norte se dio cuenta de que tenía que haber tomado el highway 20-25 hacia el oeste. Como no había manera de hacer una vuelta en U para regresar siguió por la interestatal pero no lograba encontrar una intersección o un lugar donde pudiera hacer una U para regresar. Finalmente miró por el retrovisor y luego hacia adelante y al no ver ninguna patrulla de caminos se lanzó a cruzar de un lado a otro de la vía atravesándose por el separador. La camioneta brincó varias veces al cruzar por el terreno entre las dos vías. Después tomo dirección sur y aceleró para recuperar el tiempo que había perdido, una vez llegó a Casper tomó la salida oeste hacia el highway 20-25. Encendió un cigarrillo que se fumo en un par de minutos. Esta era una vía de solo un carril a cada lado, y el sol ya le daba de frente en el rostro. Fueron dos horas y media en las que Jack ya no era un hombre conduciendo una camioneta, era un deseo disparado por un camino hacia Riverton.

Cuando entró a Riverton el sol ya estaba casi ocultándose, afortunadamente el día aquí duraba un poco mas que en Texas y esos minutos extras de luz eran fundamentales para poder encontrar fácilmente la casa de Ennis. Jack había estado en ese pueblo un par de veces antes pero no tenia idea de cómo encontrar direcciones ahí. Como la postal que le había enviado a Ennis estaba dirigida a la oficina de correos para que él la reclamara pensó en ir allá pero ya estaba tarde y seguramente estaba cerrada. Entonces supuso que en un supermercado grande tal vez conocerían a la familia Del Mar.

Dio un par de vueltas por el centro del pueblo hasta que vio un supermercado grande. Se estacionó junto a la puerta pero ni siquiera apagó el motor, entró y vio un hombre que estaba junto a la caja registradora con un delantal que tenia el logo del supermercado, Jack lo saludó

-Buenas tardes, mi nombre es Jack

- Buenas, yo soy Monroe

- Mire, es que ando buscando a la familia Del Mar, tal vez usted los conoce? Yo soy un amigo de Ennis, vengo desde Texas

- Del Mar, claro, los conozco, ellos viven cerca de aquí, en un apartamento detrás de una lavandería, llegar allí es simple, váyase por esta avenida y cuando vea un almacén llamado Elk en la esquina izquierda, voltee a la derecha y ahí mismo ve el parqueadero

- Ok, muchas gracias

- No hay de que

Jack dio un par de brincos y se sentó en su auto, arrancó y en menos de cinco minutos estuvo en el parqueadero trasero de la lavandería.

No se había terminado de bajar de su camioneta cuando vio a Ennis parado allá arriba junto a la puerta del apartamento. Esa sonrisa dulce y expresiva lo hipnotizó por un instante y cuando lo oyó decir aquellas palabras supo que todo iba volver a ser igual que antes.

“Jack fucking Twist….”

viernes, junio 02, 2006


EL ROBLE

Érase una vez una gran pradera con hierbas, arbustos, rocas, colinas, caminos y muchos muchos árboles. Había todo tipo de árboles a lo largo y ancho de esa gran pradera, algunos eran altos, otros bajos, los había gruesos, algunos otros daban frutos, uno que otro florecía, y algunos simplemente permanecían años enteros entre medio secos y medio vivos.

Había un roble que aun estaba verde, sus ramas apenas comenzaban a buscar el cielo y sus raíces todavía estaban buscando la profundidad necesaria para sostenerse ante los vientos huracanados que a menudo soplaban por allí. El roble era el único en lo alto de una colina desde la que se divisaba la gran planicie. Por allí no había ningún otro árbol como ese y el roble se sentía bastante solo.

Un día pasó por allí un hombre joven que llevaba un buen rato buscando una sombra para descansar, venia de lejos y hacia rato que no encontraba un buen árbol bajo el cual pudiera recostarse a descansar aunque lo había intentado pero no encontraba ninguno que le brindara unas raíces fuertes sobre las cuales recostarse, un tronco en el cual descansar su cabeza y unas ramas que lo protegieran de la inclemencia del viento y el sol.

Pero cuando vio al magnífico roble en lo alto de la colina supo, sin entender bien por que, que había encontrado el árbol que necesitaba. Era aun un roble joven pero ya tenía el suficiente tamaño para poder brindar acogida bajo sus ramas a un caminante cansado.

El joven se acercó al roble y lo observó durante un rato, luego le dio una vuelta mientras admiraba sus colores, la textura de sus hojas y ramas, la sombra que se proyectaba sobre el piso. Un rato después buscó la mejor parte donde podría recostarse y rápidamente se quedo dormido.
A partir de ese momento el joven siempre se detenía junto al roble cada vez que pasaba por allí. A veces lo hacia a diario, otras veces cada semana, pero siempre se quedaba a descansar bajo las ramas del roble. Y parecía como si el árbol sintiera la presencia del joven pues sus ramas se mecían acompasadamente mientras el joven descansaba pero cuando éste no estaba simplemente se movían desordenadamente.

El joven comenzó a cuidar al roble, a veces dedicaba un rato a quitar bichos y otras plagas que estaban sobre el tronco, otras veces limpiaba alrededor de las raíces, ponía rocas en un círculo grande alrededor del árbol para que algunos animales no se acercasen mucho, incluso a veces traía agua en una cantimplora y regaba las raíces del roble. Lentamente se había convertido en el jardinero fiel del árbol.

Y así paso el tiempo y el roble aumentaba de tamaño y hermosura gracias en gran parte a los cuidados de su jardinero fiel. Sus ramas parecían crecer y ser más frondosas del lado en el cual el joven siempre se recostaba a descansar.

A veces las tormentas desgajaban una que otra rama, otras veces era el inclemente verano que comenzaba a secar tanto el suelo que las hojas se veían amarillentas pero el jardinero fiel buscaba la manera de cuidar su roble, de restituir su fortaleza y su belleza.

Pero un día el joven no volvió, pasaron semanas y meses y no había rastro de él, y el roble seguía erguido esperando a su jardinero fiel, pero éste nunca regresó. Y así el árbol fue perdiendo su vigor, su belleza, sus hojas caían sin ser reemplazadas y sus ramas parecían sostener un peso tan grande que se inclinaron hacia el suelo. Y como todo gran árbol, finalmente murió de pie.