miércoles, mayo 31, 2006


La habitación olía a todo, a tabaco pasado, a humedad, a alcohol, a suciedad. Era un olor mustio producto de años de uso, de empleadas mal pagadas que hacían su trabajo a medias, de miles de clientes que pasaban la noche en esa habitación sin importarles mucho la limpieza del lugar, de amantes furtivos que se encontraban de vez en cuando.

Jack estiró las piernas sobre la cama y trató de concentrarse en el televisor. La luz amarillenta de las lámparas a ambos lados del televisor y la pequeña luz que estaba empotrada en la pared al lado de la cama le daban un tinte anaranjado a toda la habitación. Era un cuarto de tamaño promedio con una cama doble, un baño con ducha, en fin, era una habitación mas en un mundo de miles de habitaciones de motel a lo largo de todas las carreteras del país.

La tele se había convertido en un ruido, un murmullo que parecía ir y venir, las imágenes eran borrosas y Jack estaba tan borracho que ya no sabía si estaba despierto o estaba soñando. Había dos botellas de whisky barato sobre la mesita al lado de la cama y la tercera estaba sobre el pecho de Jack, también vacía.

Levantó el auricular y marcó el número de Ennis en Riverton. Cuando Alma contestó el teléfono Jack lo tiró al piso y luego lanzó violentamente la botella contra la pared estallándola encima del televisor

- Donde estás desgraciado…..

Hacia ya un mes que Jack había acordado con Ennis pasar unos cinco días en una pequeña cabaña en las montañas. Era una cabaña rústica totalmente construida en madera que pertenecía a un compañero de trabajo de Ennis. El convenio era que Ennis haría algunas reparaciones menores a cambio de poder quedarse allí unos días. Sin embargo, una semana antes del encuentro el compañero de trabajo de Ennis le informó que la cabaña había sido vendida y por lo tanto no era posible prestársela. Ante esta situación Ennis envió un telegrama a Jack informándole de la situación.

“Cabaña fue vendida. No hay encuentro. Llámame.”

Jack había planeado con anticipación el viaje y no tendría otra oportunidad de encontrarse con Ennis hasta después del verano asi que tan pronto recibió el telegrama llamó a Ennis a su casa con la esperanza de que fuera él quien contestara el teléfono.

- Umm, hola?

- Ennis, eres tú?

- Hola…..

- Que es esto de que no hay encuentro?

- Bueno Jack, es que vendieron la cabaña, que quieres que haga

- Ennis, hace casi cuatro meses que no nos vemos, no se…es que….

- Lo se Jack

- Mira, tengo una idea, nos encontramos en el cruce de caminos a dos horas de Riverton, que te parece? Hay un motelito en el que podemos quedarnos unos tres o cuatro dias, que opinas?

- No se Jack, …. Hay mucha gente por ahí, que pensaran de dos tipos que pasan tres dias en un motel?... mira que ni siquiera es un pueblo

- Precisamente, a nadie le importa, todo el tiempo pasa gente distinta por ahí

- De todos modos aún esta cerca de Riverton, alguien que me conozca podría reconocerme… sabes que nos hemos arriesgado mucho últimamente

- Ennis por favor…. Si?

- Ok, está bien. Estare ahí el dia que acordamos encontrarnos en la cabaña, estaré ahí en la mañana, ok?

- Ok, allá nos vemos.

Jack había llegado en la tarde del dia anterior al encuentro. Era un Motel que quedaba a dos horas de Riverton en un cruce de caminos donde había una estación de gasolina, dos tiendas grandes de víveres y varios restaurantes para camioneros. Era un pequeño enclave donde se cruzaban caminos, camiones y vidas.

Jack se acercó a la recepción del Motel la cual era una ventana justo en la entrada del mismo. El tipo que estaba sentado junto a la ventana lo miró con desgano, Jack le pidió un cuarto en el segundo piso y que estuviera retirado de la entrada. El tipo le hizo firmar una tarjeta de entrada y le preguntó cuantos días se pensaba quedar.

- Cuatro noches, cinco días

Esa noche Jack fue a la tienda de víveres y compró pan, jamón, queso, algunos refrescos, frutas y tres botellas de whisky. Ennis llegaría al día siguiente y Jack quería tener todo listo para poder pasar tres días encerrados en la habitación. La mezcla de alegría y ansiedad lo mantenía más alerta que de costumbre.

Pasó la noche viendo televisión y tomando un poco de whisky hasta quedarse dormido. Al otro día se despertó a eso de las diez de la mañana y saltó de la cama, Ennis estaba a punto de llegar, se dio una ducha para estar listo, comió algo de fruta y preparó cuatro sándwiches para que ambos comieran algo en la habitación.

Las horas pasaban, Jack fumaba un cigarrillo tras otro y Ennis no llegaba, terminó de beberse la botella de whisky y se comió dos de los sándwiches. La oscuridad comenzó a invadir la habitación y Jack decidió salir a dar una vuelta por el motel. Recorrió todo el segundo piso y bajó luego al primero, caminó hacia el restaurante de camioneros que estaba al lado y miró por la ventana con la esperanza de ver a Ennis sentado en algún lugar. De regreso al motel vio una camioneta igual a la de Ennis y una sonrisa iluminó su rostro, pero la camioneta no entró al motel sino que siguió derecho por la carretera. La sonrisa abandonó su rostro.

Al entrar a la habitación Jack notó por primera vez ese olor mustio que invadía toda la habitación. De repente comenzó a sentir rabia, abrió la última botella de whisky mientras se quitaba las botas y se tiraba sobre la cama. El televisor seguía prendido. Jack tomaba y tomaba.

Un ruido molesto martillaba en la cabeza de Jack hasta que por fin se despertó. Alguien estaba golpeando la puerta, Jack miró su reloj, eran las 2 de la mañana. Se levantó como pudo, aun estaba bastante borracho pero pudo notar los vidrios rotos en el piso, se dirigió a la puerta y abrió

- Hola Jack, mira…lo siento es que….

- Hijo de la gran puta…. Llevo un dia entero esperándote

Jack tenía el rostro desencajado y de su boca salía mas saliva que palabras. Ennis abrió un poco la boca pero inmediatamente frunció el ceño y tensionó la boca mientras comenzó a gritar

- Que crees, que siempre tengo que salir corriendo a donde me digas?

- No te estoy pidiendo migajas, si no te da la maldita gana no me hagas esperar. Sabes lo que es conducir doce horas y luego esperar un dia entero sin saber si vas a aparecer o no, si decidiste largarte para otro lado o que se yo….

- Apestas a whisky, por que no te sientas

- Que te importa….

- Mejor me largo…esto fue un error desde el principio

- Si, el error fue mio…nunca debí enviar esa postal a Riverton… era mejor no habernos vuelto a encontrar….

Ennis tomó a Jack por los hombros y le dijo

- Si hay alguien que se arrepiente de habernos vuelto a encontrar soy yo, porque esto que tengo adentro es un infierno que no me deja en paz, porque cuando estoy sin ti siento que no puedo vivir y cuando estoy contigo solo quisiera poder escaparme de mi vida y vivir otra vida…. Pero no puedo Jack, no puedo.

- Ennis, te quiero romper la cara…, lárgate

Jack tiro la puerta tan rápido que ni siquiera vio a Ennis caminar hacia las escaleras con la cara roja de la ira y agitando los brazos mientras hablaba solo.

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Vacilando volvió hacia la cama, clavándose los cristales en los pies. Al pasar junto a la ventana la abrió de un manotazo y pudo ver la vieja camioneta de Ennis con las luces encendidas, y a él inmóvil frente al volante, con la cabeza enterrada en los hombros.

A su mente acudió la imagen de Ennis entre la hierba, ceñudo y hosco el día que tenían que regresar a Signal. Sabía, lo había sabido luego en las confidencias de Ennis cuando lo tenía entre sus brazos, del sufrimiento que había padecido en aquellos instantes, del dolor que había impulsado la sequedad de su despedida, de la rabia que sólo había conseguido desahogar a golpes contra una pared en un callejón oscuro tras separar sus caminos.

Al verlo nuevamente convertido en piedra, Jack sintió que el vértigo de su borrachera desaparecía y que en su lugar sólo quedaba aquel vacío que había logrado llenar al pie de la escalera del apartamento de Riverton. Rogando porque Ennis no girara la llave, porque fallara de una vez por todas el motor de aquella vieja cafetera se lanzó en su busca, con una carrera desesperada, abriendo la puerta de un tirón y bajando a saltos la escalera. Antes de poder llegar a la calle oyó un ruido de motor y se sintió desfallecer, gritó un juramento y entonces cayó en unos brazos fuertes y temblorosos por el llanto que los agitaban. Ennis lo apretó contra sí con furia, como lo había hecho la primera noche, y ni siquiera los oidos de ambos entendieron lo que se decían entre los espasmos de las lágrimas.

Fue una noche de voracidad carnal, de fuego en las manos y en los labios, de furia en los abrazos, una sexualidad desesperada y devoradora que hubiera reducido a cualquiera a un cadáver consumido por el ardor de la pasión desbordada de aquellos dos hombres que no se tenían sino el uno al otro para calmar la sed de sus cuerpos y sus almas, y que finalmente se rindieron atados entre si para sumergirse en el sueño más sereno, ajenos a todo lo exterior, en la pureza de aquella sucia habitación de motel.

GRACIAS CHARLES RYDER POR ESE FINAL TAN HERMOSO....

miércoles, mayo 24, 2006


BAJO LAS ESTRELLAS

- Que haces? Preguntó Ennis

- Que crees?

- No se Jack, me pones una de tus manos en la cintura y me sostienes la otra…

- Pues vamos a bailar

- No digas estupideces, yo no bailo

- Ah no? A mi me parece que si…

- Cuándo? Dónde?

- En la carpa cuando estamos juntos…. – dijo Jack y su sonrisa maliciosa le iluminó el rostro

- Yo no llamaría a eso bailar…

dijo Ennis mientras ponía ambos brazos alrededor de la espalda de Jack. Comenzó a deslizar sus brazos sobre Jack y poco a poco se fue acercando a su rostro hasta que le susurró al oído:Pero si quieres podemos ir a la carpa a bailar ahora mismo…

Retiró su rostro un poco del de Jack y lo miró fijamente a los ojos mientras sonreía suavemente.

- Pues no señor, vamos a bailar aquí y ahora

Ennis dejó caer los brazos pesadamente y con voz de reproche dijo

- Esta es la ocurrencia más absurda que has tenido. Bailar al lado de un rio a mitad de la noche…

- Bajo las estrellas e iluminados por una fogata...- Terminó diciendo Jack mientras lo miraba dulcemente.

- Se te ocurren unas cosas… bueno, pero entonces falta lo mas importante, la música

Jack tomó de la mano a Ennis y casi lo llevó arrastrado hacia la camioneta que estaba parqueada cerca a la carpa. Comenzó a buscar algo entre las cosas que tenia en la silla de atrás hasta que sacó un estereo portátil.

- Ves, aquí esta la música, ah, y es para ti…

Ennis estaba boquiabierto pero inmediatamente sonrió y abrazó a Jack con todas sus fuerzas…

- De verdad?

- Si, es para ti, y mira, funciona con baterías así que vamos a poder bailar un rato aquí en medio de la nada… que te parece?

- Hombre, que no se bailar….

- Yo tampoco…pero que importa

Caminaron hacia la fogata y Jack colocó el estereo no muy cerca al fuego, se agachó y le dijo a Ennis

- Mira, aquí tengo una cinta con música, claro, porque por aquí no llega ninguna señal de radio. Espero que te guste

- Oye, me tienes que enseñar a manejar ese aparato – Le respondió Ennis

- Ven,

le dijo Jack y le señaló con la mano para que se acercara, Ennis se agachó y trato de ver los botones que Jack le señalaba

- Aprietas éste que tiene un triangulo y listo…



Ennis miró a Jack sonriendo y ambos se levantaron y se tomaron de la mano,

- Entonces Sr. Twist, enséñeme ahora a bailar

Los dos caminaron hacia el borde del rio, Jack puso sus manos sobre la cintura de Ennis y éste puso las suyas sobre los hombros de Jack y entre risas y besos comenzaron más que a bailar, a mecerse bajo las estrellas.


domingo, mayo 21, 2006


LA CAMIONETA

Ennis iba conduciendo su camioneta negra por un camino polvoriento, tenía que llegar a un rancho medio abandonado donde estaba el capataz que lo había contratado el día anterior.

El camino estaba bastante pedregoso y la camioneta saltaba mas de lo acostumbrado, en ciertos momentos parecía que se iba a desarmar, todo traqueaba, el motor chirriaba, las puertas se desajustaban con cada salto al punto que tuvo que parar un momento para cerrarlas de nuevo. Arrancó y sus labios se curvaron hacia arriba al pensar en la sonrisa de Jack la semana anterior cuando iban en la camioneta hacia la cabaña que Ennis había conseguido para pasar unos días.

Jack había dejado su camioneta en Riverton en un garaje por sugerencia de Ennis, la cabaña estaba a un par de horas de camino, la mitad sin pavimento y una camioneta tan nueva, tan linda como la de Jack no se merecía una hora sin pavimento. Entre salto y salto de la camioneta Jack le dijo

- Amigo, después de esto te voy a tener que besar de los talones a las nalgas… para que se te quite el dolor que te va a dejar ese asiento. Claro que espero que tu también me hagas el mismo tratamiento….

Una sonrisa maliciosa se dibujó en la cara de Jack mientras Ennis solo lo miraba cerrando un poco los ojos mientras sus labios dibujaban una sonrisita.

Una piedra grande en el camino lo hizo volver a la realidad, Ennis giró bruscamente el tin a la izquierda para esquivarla. Continuó por el camino mientras pensaba en la camioneta de Jack . La incomodidad de su asiento se hizo mas evidente. Recordó la ultima vez que habia conducido la camioneta de Jack, los asientos eran de cuero fino, todo olía a limpio y a esas fragancias que dejan los aerosoles. Tenía radio. El azul, color preferido de Jack, y el blanco del exterior parecían combinar con las chamarras y jeans de Jack.

“Jack”, pensó Ennis “te has convertido en un tipo refinado, bueno, siempre lo has sido, siempre usas la mejor camisa, los mejores jeans, los zapatos mas nuevos, los mejores sombreros de Texas y los cigarros mas finos también. Jack, que tipo tan elegante… yo en cambio…” la sonrisa se comenzó a desdibujar de los labios de Ennis, “no tengo ni una buena chamarra, esta porquería de camioneta se esta desbaratando, a veces ni sé de que demonios me hablas cuando me cuentas de esas comidas extranjeras que has probado cuando sales a cenar con Lureen, oh Dios, Jack, que ves todavía en mi?.....después de todos estos años”

“Jack, si supieras que a veces tiemblo pensando que no vas a contestar a mis postales, que no vas a volver porque te fuiste con un tipo de esos refinados de la ciudad. Si supieras que a veces pienso en llamar a tu casa para solo oír tu voz y saber que estas ahí y no en otra parte”

Por un instante Ennis sintió que su cabeza se inflaba, que su cara se enrojecía y casi le faltó el aire. “irse con un tipo de esos refinados de la ciudad”…., un extraño escalofrío le recorrió los brazos y bajó por su espalda, sintió que cada poro de su cuerpo se abria y que la rabia lo invadía, solo atinó a pensar

”Jack, nunca te atrevas….”

domingo, mayo 14, 2006

OLVIDOS

Se me olvida que te quiero. Se me olvida que cuando estoy a tu lado nada importa. Se me olvida que a veces siento que no puedo vivir sin ti.

Se me olvidan tantas cosas.

Pasan días en que no pienso en ti, solo pienso que tengo unas hijas que mantener, una hora de carretera hasta un rancho, un trabajo que hacer, unas cuentas que pagar, una cena desabrida en un restaurante de camioneros, una cama dura en un rancho al lado de la carretera.

Y es que el mundo pareciera conspirar para que me olvide de ti, estás tan lejos y yo aquí en éste mi mundo tan estrecho, tan pequeño, tan solo.

Pero de pronto la sola imagen tuya en mi mente, tu olor aun en mis camisas, un pedazo de cigarrillo que dejaste en mi camioneta, el recibo de los víveres que compraste cuando íbamos camino a la montaña…. cualquier detalle insignificante me llena de ti, de esta sensación que no entiendo y que me sobrecoge, de estos recuerdos que están en lo mas profundo de mi memoria y en las marcas que dejas sobre mi piel, de esos besos tuyos en cada rincón de mi cuerpo, de esos momentos en que somos uno y pareciera que estuviéramos unidos también al rio, a la montaña, al cielo, como si la tierra misma se revolcara con nosotros.

Y esta noche no puedo dormir, mis manos están recorriéndome y no puedo parar, y aunque estoy que estallo no es lo mismo sin ti, es una pobre imitación de tu calor, de tus manos, de tu boca, de todo lo que me entregas.


Jack…..

viernes, mayo 12, 2006


Me siento asfixiado. No me dejas en paz. Cada día estas ahí azuzándome, acosándome, desesperándome.

Nada de lo que hago es suficiente, nunca logro dominarte.

Me devoras a cada instante, mi cuerpo se esta desintegrando a cada minuto, no soy el mismo de ayer ni el mismo de hace diez años.

Dos o tres veces al año catorce horas, por que no pueden ser dos? Por que no pueden ser cuatro veces, seis veces, doce veces al año?

Por que solo una semana? Por que solo unos pocos días cada vez? Por que no toda una vida?

Te escapas como arena entre mis dedos y me oprimes como una roca sobre mi espalda. Eres el verdugo de la existencia que al final nos destruye.

Solo cuando estoy con él, en esos breves instantes tu poder se desvanece porque lo nuestro está mas allá de tu dominio, porque nuestro amor es para siempre.

Maldito tiempo, nunca alcanza, nunca es suficiente.

sábado, mayo 06, 2006

SIN NADA

Ennis estaba arrodillado frente a la mesita al lado de la cama y buscaba algo, tenía su mano metida casi hasta el fondo de ese cajón lleno de cachivaches pero él sabia lo que estaba buscando. Finalmente encontró un anillo. Lo sacó rápidamente y se quedo mirándolo por un rato, era metálico, de color plateado con tres piedrecillas transparentes de color rojo, azul y la tercera sin color alguno. Estaban delicadamente engastadas en el anillo y rodeadas de unas pequeñísimas hojas de metal de tal manera que el efecto era como de tres pequeñas rosas.

Ennis tenía el anillo en su mano y no podía dejar de mirarlo. Se lo había visto puesto a su madre los domingos cuando asistían al servicio dominical y en una que otra ocasión especial .

Se levantó rápidamente y salió de la habitación de sus padres. Por un instante alcanzó a ver a su hermano y hermana sentados en el comedor. La luz blanca de la bombilla y la inmovilidad de ambos los hizo verse como esos maniquíes que Ennis veía en los almacenes de la calle principal del pueblo cuando acompañaba a su madre a hacer algunas compras.

Entró rápidamente a su habitación y buscó un lugar donde guardar el anillo pero no había muchas posibilidades, solo estaban las dos camas, la de su hermano y la suya, y un pequeño armario donde ambos guardaban su ropa. Quería esconderlo en un lugar donde su hermano no lo encontrara.

Se sentó un momento en su cama, la sensación de vació no lo abandonaba, era como un frió dentro del cuerpo, una desesperación en el pecho. Sentía miedo, las ganas de llorar eran intensas pero sin embargo solo lograba que las lágrimas se acumularan un poco en sus ojos pero no lo suficiente para llorar. Se sentía tan solo.

Tenía el anillo en la mano. Lo sacó un instante y lo miró fijamente. Por fin una lágrima rodó sobre su mejilla.

- Ennis, ven acá.

Su hermana lo llamaba desde el comedor. Ennis salió de su habitación y fue a sentarse al lado de su hermano.

- No hay nada, no tenían nada de dinero en el closet, ya revisé todo. Bueno, la verdad si había un poco de dinero, miren lo que encontré en la lata de café

Ambos hermanos miraron mientras ella sacaba de una lata de café en el centro de la mesa veinticuatro dólares que contó lentamente, dos billetes de cinco, uno de diez y cuatro de un dólar.

A continuación dijo la hermana

-
Esto nos alcanza para un par de semanas de comida, lo que me preocupa es este rancho, no se si ustedes sabían que este rancho tiene todavía una deuda, el pago al banco se llevaba un buen pedazo del salario de papá y ahora no se que va a pasar, seguramente el banco nos lo va a quitar.

Ambos hermanos estaban casi paralizados en sus asientos y la miraban fijamente.

- Yo hablé durante el sepelio con mi novio y él nos puede tener en su casa un tiempo. Como ya saben nos vamos a casar el próximo verano pero después de esto tal vez haya que apresurar la cosas, eso si, él y yo queremos irnos vivir a Casper así que ustedes dos tendrán que conseguirse un trabajo.
-
Yo…, y nadie nos podría prestar dinero? Pregunto Ennis.
-
No hermanito, no creo. Por aquí todo el mundo vive con las mismas deudas.
-
Y no podríamos vender cosas del rancho?, no se, algo. Preguntó el otro hermano
-
No alcanza, o es que ves algo de valor aquí? le espetó su hermana.

Los tres miraron por un momento lo poco que había a su alrededor. Unas sillas de madera, una pequeña cocina con una estufa vieja y un par de mesas desgastadas. Lo único que podrían vender era un radio grande que estaba al lado del comedor. Y en las tres habitaciones había solo camas, mesas y algunas sillas además de ropa y zapatos. Nada que los pudiera salvar del embargo del banco.

Ennis miró un rato la lata de café y luego puso su mano en la mesa, al abrirla dejo ver el anillo de su madre.

- Y si vendemos el anillo de mamá ?
-
Oye, de dónde lo sacaste ? preguntó el hermano
-
No importa

“Dámelo”. Dijo su hermana. “Ya veremos que puedo hacer con esto”.

martes, mayo 02, 2006

COMO LOS CABALLOS

El sol aún no terminaba de salir sobre esa planicie tan recta que parecía confundirse con el cielo en el horizonte. Ennis y su hermano estaban acurrucados en la parte de atrás de la camioneta mientras que el Sr. Del Mar conversaba animadamente con otro ranchero en la parte delantera.

Como de costumbre el Sr. Del Mar iba a gran velocidad y el efecto sobre los dos muchachos era también el de siempre, se sentían casi congelados por el viento frío de la madrugada.

El hermano de Ennis trató de levantarse para agarrar un pedazo de plástico con el cual se podrían cubrir pero la velocidad de la camioneta lo lanzó al piso. Ennis se arrastró hasta donde había caído su hermano quien tenía una mueca de dolor en el rostro. Cogió el pedazo de plástico y lo extendió hasta que ambos lograron cubrirse con él. Por un instante el viento dejó de golpearlos y de repente Ennis se sintió protegido en aquella oscuridad bajo aquel débil manto de plástico. Fue un instante en el que el chirrido del motor, el incesante viento y la luz del sol que despuntaba estaban allá afuera mientras que él estaba adentro, aislado, seguro.

Los veinte minutos que faltaban para llegar al rancho donde trabajaba ahora el Sr. Del Mar pasaron como el viento, en un instante.

Hacía ya casi nueve meses, desde el comienzo de la primavera, que Ennis y su hermano iban una o dos veces por semana a ese rancho para aprender el oficio de ayudante. El capataz no veía con buenos ojos a ese par de niños merodeando entre los trabajadores, estorbando mas que ayudando, pero el Sr. Del Mar le había pedido paciencia con sus hijos, al fin y al cabo en unos pocos años ya estarían en edad de trabajar y entonces ya tendrían el conocimiento y las habilidades necesarias para desempeñar el oficio.

Ennis ocupaba esos días en el rancho llevándole agua a los trabajadores, recogiendo herramientas, abriendo y cerrando puertas en los potreros. Si el clima estaba lluvioso simplemente se sentaba largos ratos a raspar un pedazo de madera con la navaja de su hermano o se paraba detrás de las cercas a mirar pasar el ganado.

Al final del día ambos hermanos estaban tan extenuados que fácilmente se quedaban dormidos en la parte trasera de la camioneta mientras que el viento les resecaba la boca y les partía los labios, la piel se les tostaba aun más y cuando llegaban a casa tenían los ojos enrojecidos.

Esa noche en particular llegaron un poco mas tarde de lo habitual; Ennis se bajó de la camioneta y se recostó al lado de la puerta del rancho
-
No la cierres. Le dijo a su hermano que estaba entrando en ese momento.

Se quedó mirando hacia la espesa oscuridad que tenía en frente.

Algo como un murmullo melódico sonaba dentro de su cabeza y sintió que sus ojos se abrían. Reconoció la voz de su madre que tatareaba una canción.

- Ma ?....
- Te quedaste dormido

- Que?
- Te quedaste dormido de pie, como los caballos

Su madre lo abrazó mientras seguía tatareando la canción. En ese instante se sintió amado.